El reciente anuncio de que Frisby España renuncia al uso del logo, colores y mascota similares a los de Frisby Colombia ha sido interpretado como un hecho trascendental para la defensa de la propiedad intelectual de las marcas colombianas. Más allá de la noticia empresarial, este caso abre preguntas sobre la protección de los derechos marcarios en escenarios internacionales. Para analizarlo, la Universidad de La Salle consultó a dos de sus expertos: Gerardo Botero, director del Departamento de Estudios Políticos y Jurídicos, y la profesora Paola Ruiz, abogada y docente de la institución.
Para el director Gerardo Botero, la decisión de Frisby España tiene un claro trasfondo legal: “La interpreto como una decisión unilateral y voluntaria, que busca terminar el conflicto marcario suscitado. Esto conlleva un reconocimiento implícito de los derechos de Frisby Colombia, así como la aceptación de que fueron vulnerados”. Esta interpretación refuerza la importancia de los signos distintivos registrados, como el logo y los colores corporativos, en la protección de la identidad de una marca.
Ambos expertos coinciden en que este caso deja una huella importante a nivel internacional. El director Gerardo Botero señala que “la renuncia por parte de una empresa extranjera genera un precedente relevante en otras jurisdicciones. Que España reconozca así sea de forma implícita los derechos marcarios de una empresa colombiana puede persuadir a otros empresarios de incurrir en prácticas similares que atenten contra la propiedad intelectual debidamente registrada”.
Respecto a los mecanismos legales disponibles para la protección internacional, el director subraya que tanto Colombia como España son miembros de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), organismo que permite iniciar acciones legales transnacionales. “Es posible emprender acciones por competencia desleal cuando se hace uso indebido del prestigio de una marca sin autorización, dentro de las jurisdicciones nacionales”.
Por su parte, la profesora Paola Ruiz aportó una mirada desde el derecho de imagen comercial. Aclaró que, aunque el derecho de imagen suele asociarse a personas naturales, en el caso de personas jurídicas “se traduce en el derecho de imagen comercial, que les da a las empresas la capacidad legal de emprender acciones frente a vulneraciones o amenazas a su identidad visual”. Destacó que “el signo marcario no solo es un elemento distintivo, sino que con su registro se adquiere reconocimiento jurídico”, lo que constituye el punto de partida para cualquier litigio de este tipo.
Sobre las entidades que apoyan estos procesos, explicó que en Colombia la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) lidera los procesos de reconocimiento y defensa de la propiedad industrial, y promueve la formación con cursos gratuitos y certificados. A nivel internacional, tanto la OMPI como la Comunidad Andina de Naciones impulsan programas formativos para empresarios. Sin embargo, advirtió que muchos de estos procesos “están condicionados por los costos económicos, lo cual limita su acceso. Por eso es clave que las entidades promuevan modelos de mediación y acompañamiento que permitan democratizar el acceso a estos derechos”.
Desde la academia, la profesora Paola Ruiz enfatizó que el rol formativo es ineludible. “Con índices de emprendimiento cada vez más altos, formar en propiedad intelectual es urgente, sin importar la carrera. Todo emprendedor debe saber cuáles son sus derechos y los límites dentro del mercado, siempre respetando la libre competencia y el principio de buena fe en los negocios”. Añadió que estas temáticas deben abordarse tanto en pregrado como en posgrados, programas de extensión y asesorías empresariales, y que el maestro “debe ofrecer herramientas conceptuales aplicadas al comercio internacional”.
Finalmente, ambos expertos compartieron su lectura sobre las lecciones que este caso deja para las marcas emergentes colombianas que buscan internacionalizarse. El director Gerardo destacó que es un llamado a blindar legalmente las marcas antes de salir al mercado exterior. Para la profesora Paola, el aprendizaje va más allá: “Este tipo de casos muestran que no basta con tener una buena idea o un producto exitoso. Se necesita una visión estratégica, estar asesorado, conocer los marcos jurídicos y entender que la internacionalización no es un lujo, es una necesidad latente para cualquier empresario”. Desde la Universidad de La Salle, reiteramos nuestro compromiso con la formación de profesionales capaces de construir y proteger sus ideas, con ética y visión internacional. Creemos en el valor de lo propio, en la innovación con identidad, y en la academia como puente entre el conocimiento y la acción empresarial responsable.