En la actualidad, los niños y las niñas están inmersos en un entorno digital muy distinto al que la mayoría de los adultos crecieron, y aunque aún no está claro cuáles son las repercusiones de la digitalización en su salud y bienestar, un estudio realizado por JAMA Pediatrics concluyó que “permitir que un niño pequeño esté demasiadas horas usando pantallas puede retrasar su desarrollo de habilidades como el lenguaje y la sociabilidad”.
Johana Quiroga, directora de las Licenciaturas Virtuales de la Facultad de Ciencias de la Educación de Unisalle, explica que “la exposición de los niños y las niñas a estos dispositivos digitales sin el acompañamiento de un adulto puede generar situaciones no adecuadas para el desarrollo tanto del lenguaje, del proceso cognitivo, de relacionamiento, entre otros, comprendiendo que el aprendizaje se da a partir de experiencias dotadas de sentido mediante las interacciones con las personas, los grupos de referencia, sociales y culturales que involucra las particularidades de su territorio”.
Por su parte, Adriana López, docente del programa de Trabajo Social precisa que el uso de pantallas no siempre puede catalogarse como negativo precisando que “la pandemia ayudó a identificar que incluir las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, TIC en la vida familiar también permite un acercamiento entre padre e hijos y un apoyo en el proceso del desarrollo y crecimiento propio de la autogestión del niño”, así como también, el relacionamiento de los adultos con la tecnología para entender y hacer seguimiento de la participación de los niños en el mundo digital.
En ese sentido, es importante fortalecer acciones y hábitos responsables en torno a las pantallas. “Se recomienda establecer horarios y rutinas diarias para el uso de dispositivos electrónicos a través de una planeación de la distribución del tiempo entre deberes académicos, del hogar y franjas de actividades recreativas”, puntualiza López.
Finalmente, Quiroga invita a reflexionar sobre el uso pedagógico de los dispositivos digitales en estrecha interrelación con experiencias cotidianas de aprendizaje “acompañadas de un adulto que ayude a potenciar el proceso comunicativo, cognitivo, emocional, interacciones, imaginación y exploración, por tanto, el lugar no es desvincular a los niños y las niñas de estas posibilidades de aprendizaje, por el contrario, es acercarlas al contexto real y provocar ambientes de aprendizaje que potencien su desarrollo”.