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NoticiasReflexión Lasallistas de Corazón: Solidaridad
El fenómeno de la migración ha estado presente a lo largo de la historia.
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event 13 May, 2019

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Por razón de su empleo, están encargados de amar a los pobres, ya que la función que ejercen es dedicarse a instruirlos”. De la Meditación 173 para días festivos de San Juan Bautista de La Salle.
El fenómeno de la migración ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad en diferentes niveles, formas, y expresiones. Muchos han vivido la dura experiencia de dejar la propia patria, o el propio territorio, en búsqueda de un futuro mejor para ellos y sus familias. En ese proceso de “salida” y anhelo por un lugar seguro, las cosas se tornan muy difíciles. Desplazarse de un lugar a otro, de una cultura a otra, o de una sociedad a otra, es un proceso disruptivo que desarmoniza el sentido de arraigo e identidad territorial de quienes viven este tránsito. De igual manera, las contingencias de salud, la inestabilidad económica, la imposibilidad de acceso a servicios básicos, y al disfrute de los derechos humanos fundamentales, convierten la migración en un fenómeno complejo, duro, y poco entendido por las sociedades que lo enfrentan.
La migración de ciudadanos venezolanos a nuestro territorio es una clara muestra de lo que significa tener que abandonar la propia patria para buscar lo que antes se encontraba a la mano con el fin de garantizar una vida digna. Por ello, acceder a esta búsqueda tiene un costo muy grande que se expresa no solo en el abandono material del lugar de origen, sino también en la abrumadora experiencia de no ser bien recibido al ser visto como un agente extraño, sospechoso, y en muchas formas, hasta peligroso.
¿Tiene sentido para quienes nos consideramos cristianos asumir una actitud de displicencia, segregación, y repudio a los migrantes? Justamente nuestras actitudes y acciones frente a los hermanos y a las hermanas que migran dicen mucho de lo que somos como ciudadanos y creyentes. Nuestro posicionamiento y compromiso con quienes viven la condición de migrantes ha de nutrirse por la experiencia del evangelio que nos permite afirmar en Jesús resucitado nuestra condición de hijos de Dios. Por esto, en lugar de caer en los etiquetamientos y en las preconcepciones peyorativas, estamos llamados hoy más que nunca a hace realidad el mandamiento del amor y a hacer vida las bienaventuranzas.
Transformar el corazón, más que llenarse de excusas y razones para justificar el odio, el rechazo, o la indiferencia frente al migrante, es una importante tarea que enfrentamos hoy. No obstante, el corazón no se transforma con simples declaraciones de intención, o con sentimentalismos de carácter mediático. Se transforma a través de la acción, el compromiso, la apertura, la palabra, el gesto de acogida, la sonrisa y la actitud atenta y solidaria hacia el necesitado. Desde nuestro ser como lasallistas vivimos la fraternidad como uno de los valores centrales de nuestra identidad. Es desde allí que podemos extender la mano al migrante para reconocerle, acogerle, y acompañarle en la complejidad de su situación.
Tenemos la gran oportunidad de transformar nuestro corazón con total determinación si dejamos de lado los fríos argumentos que afirman la inmovilidad, la indiferencia, y el desentendimiento como maneras de posicionarnos frente a la migración. Podemos pasar de estudiar y considerar la migración como fenómeno social para entenderlo desde los rostros y vidas de quienes transitan por esta agobiante experiencia de sentirse vacío, sin patria, sin dinero, y sin condiciones básicas para vivir.
En otras palabras, abramos y transformemos nuestro corazón con acciones de acogida y acompañamiento a nuestros hermanos y a nuestras hermanas migrantes. Seamos solidarios y recordemos que el señor nos dice “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt. 25, 31-).