La mayoría de países latinoamericanos han tenido gobiernos autoritarios que han usado mecanismos para ejercer control social y político, entre ellos: la tortura.  

Chile, Argentina, Brasil y Colombia son algunos de los países que han sido marcados a lo largo de su historia por la violencia estatal por medio de estrategias crueles impulsadas por regímenes dictatoriales y “democráticos” para acabar con sus opositores y permanecer en el poder.

Han sido cientos de miles los hombres, mujeres y hasta niños víctimas de persecuciones, amenazas y maltratos tanto físicos como psicológicos quienes han esperado muchos años para obtener justicia y reparación, algunos nunca la han tenido ni tendrán, porque enfrentar judicialmente un aparato estatal e individualizar a sus responsables no ha sido trabajo fácil para las organizaciones civiles.

Pero más allá de las cifras y los registros judiciales, poco se ha hablado públicamente del efecto sobre el tejido social y sobre la marca indeleble que ha dejado la tortura en cada una de las víctimas. “¿Cómo reconstruye sus lazos el sujeto torturado, cuando lo propio de la tortura es fracturar, torcer, lo más propio de sí?” fue una de las preguntas que planteó la docente de la Universidad de La Salle, Andrea Jiménez, autora del libro “Tortura y subjetividad política: entramado de la violencia en América Latina”.

Una persona que ha sido torturada queda marcada por un hecho traumático que hace que su vida tenga que reconstruirse psicológica y socialmente para que pueda ser reintegrado a la vida comunitaria. “La tortura, a diferencia de otras formas de violencia política, que simplemente anulan al opositor, produce una subjetividad cuya característica es la de devenir constantemente como un otro de sí mismo, como un sobreviviente que continúa viviendo como una pura ausencia de sí mismo. ¿cómo retoma su vida el torturado?”, plantea Andrea en la contraportada de su libro.

Asimismo, quien ha tomado el papel de victimario en una violencia estatal que fue normalizada por varias décadas, también necesitará reconstruirse para continuar con la vida en sociedad ya que esa violencia también arrebató parte de su vida.
Sobre esta investigación, la docente Andrea Jiménez será la invitada especial en el próximo Conversatorio dirigido por Ediciones Unisalle y Dirección de Bibliotecas llamado “El amor que tortura” en el que también se contará con la presencia de Narty julieth Vasquéz, encargada de la socialización y apropiación social de la memoria histórica desde los acervos bibliográficos y audiovisuales del centro Nacional de Memoria Histórica.

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