En el marco de la Cátedra de Negocios, Política y Estudios Globales de la Universidad de La Salle, el economista César Ferrari, Ph.D., expuso recientemente una de las grandes tensiones de la economía colombiana: la débil inclusión financiera. Aunque Colombia se presenta como una economía emergente con un Producto Interno Bruto (PIB) equivalente al 49,4% en junio de 2025, lo cierto es que los indicadores sobre ahorro y acceso al crédito revelan limitaciones estructurales.
La inclusión financiera no se trata solo de que más ciudadanos tengan cuentas bancarias o acceso a medios digitales, sino de garantizar condiciones reales de participación en el sistema financiero. En palabras simples, que el crédito sea accesible, que el ahorro sea posible y que las herramientas de inversión no estén restringidas a unos pocos. Sin embargo, en Colombia, la brecha sigue siendo notoria.
Una cultura de poco ahorro: el 6,2% que preocupa
Uno de los datos más llamativos que señala Ferrari es el bajo nivel de ahorro en Colombia. Para el segundo trimestre de 2025, la tasa de ahorro se ubicó en apenas 6,2%, un porcentaje insuficiente para sustentar proyectos de inversión sostenibles y robustecer la estabilidad económica.
Detrás de este fenómeno hay múltiples factores:
- Una cultura financiera débil, donde se privilegia el consumo inmediato frente a la planificación a futuro.
- Ingresos bajos y desiguales, que dificultan destinar recursos al ahorro.
- Una falta de incentivos claros por parte del sistema financiero para estimular el hábito de guardar dinero.
- La consecuencia es un círculo vicioso: los hogares no ahorran, las instituciones financieras cuentan con menos recursos internos para prestar, y la dependencia de capital externo se incrementa.
El mercado financiero: costoso y poco inclusivo
La otra cara del problema es el crédito. Según Ferrari, el sistema financiero colombiano sigue siendo costoso y poco profundo. Esto significa que las tasas de interés son elevadas, las condiciones de acceso son estrictas y los productos ofrecidos no siempre se adaptan a la realidad del ciudadano común.
¿Por qué no es inclusivo?
- Alto costo del crédito: Las tasas efectivas anuales superan en muchos casos los márgenes aceptables en economías comparables, lo que excluye a miles de familias y pequeños empresarios.
- Escasa profundización financiera: A pesar de los avances en digitalización bancaria, la cobertura real de servicios financieros aún no llega de manera equitativa a las zonas rurales y periféricas.
- Débil cultura de pago: Muchos consumidores enfrentan dificultades para cumplir con sus obligaciones debido a esquemas de pago poco flexibles y a un mercado laboral informal, que no siempre garantiza ingresos estables.
PIB y realidades sociales: una economía a medias
Con un PIB del 49,4% a junio de 2025, Colombia muestra señales de crecimiento económico. Sin embargo, esta cifra no siempre se traduce en bienestar financiero para la mayoría de la población. El acceso desigual al ahorro y al crédito genera una economía dual: un sector formal que se beneficia de los instrumentos financieros disponibles y una gran parte de la ciudadanía que opera al margen, dependiendo de mecanismos informales y, en muchos casos, más costosos.
Ferrari insiste en que esta paradoja debe resolverse con políticas públicas más agresivas en favor de la inclusión financiera. No basta con promover la bancarización digital; se requiere una transformación cultural y estructural que garantice que los beneficios económicos lleguen a todos los rincones del país.