La retina es una de las estructuras más importantes del ojo, responsable de captar la luz y transformarla en señales que viajan al cerebro para formar las imágenes que vemos. Más allá de ser una capa ocular, constituye una verdadera extensión del sistema nervioso central, lo que resalta su vital importancia en la salud visual y general.
A nivel mundial, las enfermedades retinianas representan una de las principales causas de pérdida visual. La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) afecta ya a millones de personas y se proyecta que en 2040 supere los 280 millones de casos. La retinopatía diabética, por su parte, es la complicación ocular más frecuente en personas con diabetes y una de las principales causas de ceguera evitable. A estas se suman otros trastornos como la oclusión venosa retiniana, el desprendimiento de retina, agujeros maculares y enfermedades hereditarias como la retinosis pigmentaria, que aunque poco son menos comunes, tiene un gran impacto en quienes la padecen.
El diagnóstico temprano y el control adecuado son claves para preservar la visión. Por ello, los optómetras y oftalmólogos desempeñan un papel esencial al realizar exámenes periódicos a nivel ocular, así como de solicitar exámenes especializados como la retinografía digital, la tomografía de coherencia óptica (OCT) o la angiografía fluoresceínica. Estas herramientas permiten detectar cambios incipientes y ofrecer tratamientos oportunos como láser, terapias intravítreas o intervenciones quirúrgicas e incluso, recomendaciones nutricionales que aportan al cuidado y recuperación de esta estructura.
Con motivo del Día Mundial de la Retina, conmemorado el 29 de septiembre, hacemos un llamado a nuestra comunidad académica y al público en general a programar revisiones visuales periódicas, en especial si existen factores de riesgo como la edad avanzada, la hipertensión, la diabetes o antecedentes familiares de enfermedad ocular como: miopía, glaucoma, enfermedades genéticas, entre otras alteraciones.
Cuidar la retina significa cuidar la visión y con ella la calidad de vida.
La prevención y la consulta periódica y preventiva son la mejor forma de garantizar que este órgano vital siga permitiéndonos ver con claridad el mundo que nos rodea.