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Noticia Colombia: Independencia entre historia, diversidad y justicia
Independencia: Un legado para las nuevas generaciones
business Facultad Ciencias de la Educación
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event 18 Jul, 2025

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Cada 20 de julio, Colombia se detiene para conmemorar el grito de independencia de 1810, un hito que marcó el inicio del camino hacia la vida republicana. No se trata únicamente de una fecha protocolaria, sino del recuerdo de una decisión colectiva: forjar un destino libre con dignidad, coraje y esperanza. Aquel viernes en Santa Fe de Bogotá, un grupo de criollos, intelectuales y ciudadanos entre ellos Camilo Torres, José Acevedo y Gómez, Francisco José de Caldas y Antonio Nariño canalizó el descontento político y social en una acción simbólica que encendería el levantamiento popular. Aunque no fue la ruptura definitiva con la monarquía española, sí encendió una llama que no se apagaría.
Más de una década de luchas, divisiones y sacrificios permitió consolidar un Estado soberano. Esa conquista, sin embargo, no debe verse como una meta cumplida, sino como un proyecto en permanente construcción. La independencia fue mucho más que un gesto político: fue la expresión de una voluntad colectiva por construir un país justo, digno y libre, que hoy nos interpela desde nuevas realidades.
Pero Colombia no es solo historia: es presente vivo y desafiante y en ello, el reconocimiento de todo lo que nos representa y lo que somos. Desde las cumbres de los Andes hasta las costas del Caribe y el Pacífico; desde los vastos Llanos Orientales hasta las selvas del Amazonas, el país es un territorio de contrastes que florece con diversidad. Somos el segundo país más biodiverso del mundo, con más de 1.800 especies de aves, felinos sigilosos, delfines rosados, osos de anteojos y mariposas que tiñen de libertad el paisaje. Nuestra flora, desde las orquídeas hasta las palmas de cera y los cafetales, refleja una abundancia que también es símbolo de resiliencia.
Esa riqueza natural se entreteje con una diversidad humana y cultural que le da alma a la nación. En cada región, el país se expresa con ritmos, sabores y voces distintas. El joropo llanero, la cumbia caribeña, el bambuco andino o los cantos del Pacífico no son solo expresiones artísticas, sino memoria viva de nuestros pueblos indígenas, afrodescendientes y mestizos, que siguen defendiendo su derecho a existir, a crear y a celebrar.
En este testimonio del mestizaje, cada plato colombiano del ajiaco capitalino al mote costeño, del tamal tolimense a la bandeja paisa narra una historia de encuentro y resistencia. Porque la independencia también se ha cocinado a fuego lento, entre sabores que hablan de tierra, herencia y comunidad.
No obstante, la conmemoración no puede reducirse al desfile de símbolos patrios o a gestos ceremoniales. Colombia enfrenta retos profundos: desigualdad estructural, violencia persistente, deterioro ambiental, desconfianza institucional. En este contexto, recordar el 20 de julio es también preguntarnos por el país que estamos construyendo en gran parte desde la esperanza. ¿Qué significa ser libres hoy? ¿Cómo honramos ese legado en medio de nuestras fracturas sociales?
La libertad como posibilidad de vivir con dignidad, con acceso equitativo a la educación, a la salud, al trabajo, a la justicia. Es garantizar que cada persona sea campesina, indígena, afrodescendiente, joven, mujer o habitante urbano pueda ejercer sus derechos plenamente. La verdadera independencia exige cerrar las brechas, superar la exclusión y defender el bien común.
En esa tarea, la educación se erige como uno de los pilares fundamentales. Instituciones como la Universidad de La Salle encarnan esta apuesta, al formar ciudadanos comprometidos con el cambio social, el desarrollo sostenible y la justicia. Desde las aulas, desde la investigación, desde el acompañamiento comunitario, también se defiende la independencia: con pensamiento crítico, con ética pública, con servicio transformador.
El legado de quienes dieron su vida por la libertad no debe quedarse anclado en los libros ni en las estatuas. Su ejemplo debe impulsarnos a ser actores del presente, conscientes de que la independencia es una obra inconclusa que cada generación está llamada a continuar. Este 20 de julio, al izar la bandera y entonar el himno, no celebremos solo un pasado glorioso: reafirmemos nuestro compromiso con una Colombia diversa, justa y en paz.
¡Porque Colombia no se reduce a una fecha en el calendario: es una construcción diaria que florece en su gente, su tierra, su cultura y su esperanza!