El deporte, más allá de ser una práctica física, es una poderosa herramienta de formación integral. Su capacidad para transformar vidas lo convierte en un espacio privilegiado para trabajar valores, fortalecer habilidades socioemocionales y cultivar el sentido de comunidad.
En el contexto educativo lasallista, esta visión adquiere una relevancia particular: el deporte se vive como un camino para el desarrollo pleno del ser humano, integrando cuerpo, mente y espíritu. Desde la Licenciatura en Educación Física, este enfoque se traduce en un compromiso formativo que combina pedagogía, entrenamiento y cuidado emocional, preparando profesionales capaces de acompañar procesos deportivos con una mirada integral y humanista.
Desde esta perspectiva, el acompañamiento psicológico en los procesos deportivos no es un complemento opcional, sino una necesidad formativa. Así lo plantea Juan Sebastián Guerrero Osorio, Instructor de la Coordinación de Deportes y Tiempo Libre, quien ha venido acompañando a estudiantes deportistas en distintos momentos de su proceso universitario.
“El deportista que se siente acompañado emocionalmente tiene mayor capacidad para resistir la presión, superar la derrota y mantenerse enfocado en su propósito”, asegura, subrayando el impacto que tiene el cuidado emocional en el rendimiento atlético.
La psicología deportiva no solo ofrece herramientas para mejorar el desempeño en competencia —como la concentración, la visualización, el manejo de la ansiedad o el fortalecimiento de la autoconfianza—, sino que también habilita espacios para reconocerse como persona en medio del desafío deportivo.
“La psicología deportiva, bien integrada, no solo mejora el rendimiento: transforma vidas. Le da al deportista herramientas para reconocerse, escucharse y crecer en comunidad”, señala Guerrero.
Este proceso de acompañamiento se vuelve aún más necesario en situaciones de crisis: lesiones físicas, bloqueos emocionales, miedo al fracaso, desmotivación o problemas relacionales dentro del equipo.
“Muchos deportistas enfrentan en silencio frustraciones profundas, inseguridades o miedo al fracaso. Ahí es donde el acompañamiento psicológico se convierte en un acto de cuidado humano, de verdadera fraternidad”, añade.
En este sentido, el deporte —y especialmente la formación de licenciados en Educación Física— se convierte en una plataforma pedagógica privilegiada para transmitir valores como la perseverancia, el respeto, el trabajo en equipo y la responsabilidad personal. La figura del entrenador, del orientador psicológico y del docente en formación adquiere aquí una dimensión educativa fundamental: no solo guían en lo técnico, sino que ayudan a construir sentido, a encontrar respuestas y a sanar heridas.
Esta mirada humanista del deporte, impulsada por la Licenciatura en Educación Física y enraizada en el carisma lasallista, reafirma que el verdadero triunfo no siempre se mide en medallas, sino en procesos de crecimiento, en vínculos que transforman y en personas que aprenden a conocerse y a cuidar de sí mismas, con disciplina, pasión y esperanza.